En 2021 se interpusieron 162.848 denuncias por violencia de género en España. Sin embargo, solo se concedieron 37.235 órdenes de protección, es decir, únicamente un 22% de las denuncias se concretó en una orden de alejamiento. Esto significa que un juez o una jueza dictamina que existe una situación objetiva de riesgo para la víctima, por lo que se concede esa protección a la víctima. Aunque no todas las mujeres víctimas de violencia machista solicitan una orden de protección, la realidad es que solo a 1 de cada 4 mujeres que denuncian a su pareja o expareja por violencia de género se le concede una orden de alejamiento.
Las cifras de mujeres víctimas mortales asesinadas por parte de su pareja o expareja en España ponen los pelos de punta: 47 mujeres en 2021, 1.144 mujeres desde 2003 hasta el día de hoy. Esto es solo la punta del iceberg, datos que se publican en la prensa y en las secciones de sucesos. Pero la mayoría de mujeres que se han atrevido a denunciar, continúa sufriendo acoso y maltrato en diferentes formas una vez se ha producido la ruptura.
La violencia de género por poderes es un maltrato de los más desconocidos y menos perseguidos, un tipo de maltrato que utiliza la justicia para continuar el acoso y el maltrato sobre la víctima después de la ruptura. La justicia le permite al agresor ser Dios. Consiste en hacer uso del aparato judicial, interponiendo denuncia tras denuncia para conseguir que la víctima no pueda olvidarse de su agresor, le tenga miedo, tenga que gastar dinero en defenderse de mentiras y en perder su vida en justificarse. El maltratador consigue permanecer en la cabeza de su víctima, provocándole daño moral, económico y psicológico. De este modo, en vez de mejorar su vida después de la ruptura, la mujer entra en un estado de depresión, ansiedad y frustración.
¡Queda un largo camino por recorrer! Aquí os dejamos una recomendación de lectura: Un currículum perfecto, de Noelia Colmenarejo. Un libro dedicado a aquellas mujeres que no fueron silenciadas.